jueves, 20 de septiembre de 2007

el tiempo y su tortuga mágica

Al final de la jornada y todavía en medio de la difusión de este nuevo proyecto, esta noche les voy a platicar un poco de las decisiones dificiles sobre el pasado, el futuro y el presente.

Esas decisiones que a veces nos mantienen atrapados en quienes fuimos o que nos obligan a desprendernos de quienes somos para convertirnos en quienes queremos ser, las que nos arrebatan en un instante y nos desprenden del suelo que pisamos, las que cobardes nos ocultan en un cómodo pero insatisfecho ser. Aquellas que de tanto pensarlas se gastan o, simplemente, las que no tomamos nunca y sólo añoramos en nuestra imaginación. En cualquier caso, son estas elecciones, su éxito o fracaso, lo que nos constituye y ocupa en gran medida. El ver atrás y sentir que hicimos lo correcto o lo que realmente quisimos, o sólo encontrar en esa revista al ayer cierto dejo de arrepentimiento. Como si nuestra vida se jugara en la dimensión inaprehensible del presente, soñando para el futuro y renunciando hacia el pasado.

Cuándo es tiempo de terminar una relación que no es la que nos hace feliz, qué trabajo elegir, cuándo empezar a independizarnos de nuestros padres, cómo tratar a nuestros seres queridos a pesar de saber que nos han herido en lo más profundo sin imaginarlo siquiera. Cuándo y a quién perdonar. Por qué casarnos con una u otra persona, querer tener hijos o no quererlo, cuándo tenerlos, con quién tenerlos. Cuándo declarar nuestro amor a pesar de lo inoportuno que pueda ser... Cuándo callar. La incertidumbre se muestra como el territorio firme del cual depende el resultado de nuestro querer hecho decisión o de nuestra decisión sin querer.

En la mayoría de los casos, creo yo, nos damos demasiado crédito. Más allá de cuánto nos vanagloriemos o reprochemos una elección u otra, lo cierto es que muy poco depende de nosotros. En nosotros está la congruencia de un actuar que apela a su honesto querer para vivir. Y eso sí es nuestra responsabilidad. Pero la suerte y el destino que corran nuestros actos en el futuro, la nuevas decisiones que debamos afrontar, e incluso las que ya hemos arrebatado de nuestro deseo, son parte de la magia del tiempo, nos pertenecen sólo aparentemente, pues llevan en sí un fluir propio, una verdad inapelable, la verdad de la vida. De ahí que la paciente tortuga, sabia y serena, no se precipite, no se acelere, no se canse ni desgaste y exprese, en todo su ser, ser la dueña del tiempo, ser siempre presente. De ahí su fortuna.

Y nuestra fortuna es una vez, al menos, sentir que encontramos a nuestra tortuga mágica...Yo busqué, busqué y busqué... hasta que un día encontré mi primera tortuga mágica, llegó entusiasta para robarse el opaco pasado de un corazón no correspondido y por un solo mes, cuán estrella fugaz, me llevó a un lugar de mi sentir al que finalmente hubimos de renunciar... Sin saber cómo ni porqué... como anunciamiento de lo que aún estaría por llegar. Y desolado este corazón, lleno de luz recibió a su segunda tortuga mágica, pero estaba ciego ante su reflejo y tarde la reconoció. Ambas mágicas, precisamente, porque fueron sólo presente, entero e intenso presente. Presente capaz de volverse historia, de nutrir futuro, pero desde el día de la calma y la paz que sólo una tortuga mágica puede despertar en ti.

Cada uno lleva en su propio tiempo y latir el secreto de una tortuga mágica. Y de manera incierta el fluir hermoso e implacable de la vida nos regala estos encuentros de ensueño, que a veces, sólo a veces, se logran perpetuar en la dicha del inaprehensible presente. Y tú ¿qué sabes de tu tortuga mágica?


NO OLVIDEN VISITAR LA MAGIA DEL PAY Y LA LUZ DEL SABER... en el archivo.

En el silencio escucha el latir... y sigue la voz de tu corazón ... visita los aforismos, fortuna y ángeles de la magia del pay...al final de la página.

Hasta mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

GRACIAS!!!