martes, 8 de abril de 2008

caballo de plata

y león de fuego... en este día 49 podría decirte feliz cumpleaños, pero no gustas de festejar... podría entonces invitar al mago nada perdido pero él no me extraña, quizá las manos y su guitarra quisieran entonar una canción pero el sabio elefante no añora mi piel. En este día, querría bailar con un árbol feliz pero su silencio me impide el ritmo seguir. La paloma mensajera sugiere que te invite a ver un atardecer pero la luna sabe que nunca aceptarías. El ojo del sol quiere presentarte a su gemelo pero duermes con olvido de paz. El cascarón de nieve pensó en tropezarse contigo pero tu corazón de arena, lejos, hace olas sin mar. Entre murmullos, el sol sonríe y, con paciente espera, recuerda la alegría de tu voz el día que el viento te estremeció. Quizá ¡besos! puedes recibir pero no quiero interrumpir y cómo llamar si te rehúsas a hablar.

No me queda más que con una cerveza fría brindar, sin ron porque mi hígado es anciano y sin vino porque puedo desmayar. A un año de que recibas tu nueva década, sólo puedo decir: te quiero. Aunque lo único que conserve de ti sea la foto de tu fantasma. De un otro rostro con barba, cuya mirada guarda celosa su viejo amor. También puedo desearte dicha, bendición y sustento en tu nuevo viaje. Y, probablemente, tú sólo quieres mi silencio. Quizá porque joven y pequeña, cual niña, no entiendo de ti. ¡Quién con magia de tortuga pudiera tu enigma cifrar!


Y tú ¿junto a quién quieres crecer sin envejecer?


Gracias por despertar mi caparazón
y por un instante
cumplir mi promesa de paz.
Vida feliz para ti!



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