domingo, 30 de junio de 2019

de amistad...

... de pasado... presente y futuro.


Los cariños de vida se alimentan del tiempo cuando éste permanece intacto... para sí. Desde nuestra primera infancia vamos sumando afectos. Y, si tenemos suerte, estas personas forman parte de nuestra vida hasta nuestra vejez. Amistades que no las quiebra el paso de los años, por el contrario, se fortalecen: maravillándonos cada día. Cada quien hace su vida y por más dispares que sean estos caminos basta una palabra para volver ahí en donde algún día hemos coincidido. 

Estas son las personas que estarán con nosotros en las buenas y en las malas, a la distancia y con su presencia. Lejos pero siempre cerca. Las personas que han tejido y zurcido nuestro corazón de la mano de nuestras elecciones vitales. El incondicional sabor a casa. Las personas que nos conocen sin máscaras ni simulacros. Las únicas capaces de aconsejarnos con verdad. Con cautela y con respeto. Con quienes las palabras fluyen porque nos entendemos con el alma. Compartimos lo obvio de la vida y nos reímos de todo aquello, coincidimos, es absurdo. El amor de la amistad es sin duda uno de los más bellos e íntegros.

Los rostros de quienes han visto todos nuestros rostros. La mano que no suelta nuestra mano ni en las noches más oscuras. Con quienes disfrutamos el gusto de vivir sabiéndonos acompañados. La certeza de que siempre hay un resquicio de nuestra alma en el cual nunca estamos solos. Estos son los amigos y amigas que dejan una huella indeleble en nuestro corazón.

Y hablando de amistad, tengo una duda metódica para mi siempre querido Dionisio. Una duda entre el en sí y el para sí. Porque recientemente he estado repasando algunas materias con el propósito de transcribir a formato electrónico un texto acerca de aquel viaje a través de la  Fenomenología del Espíritu. ¿Acaso Hegel a través de la ciencia de la experiencia de la conciencia olvida mirar a la conciencia como un objeto en sí mismo? Y en tal caso ¿cuál es la síntesis que la hace posible... como objeto (objeto viviente por supuesto)? Esa fisura (error de principio) en donde el espíritu no sólo se convierte en el sujeto por definición del proceso sino también en el objeto mismo de observación en el proceso de descripción del proceso ya vivido. De la experiencia misma. 20 años después cuestionaría, además, la objetividad del espíritu (al margen de la experiencia misma cultural y colectiva como experiencia y como saber objetivo) en contraposición con colocar a la conciencia como objeto de estudio, desde la perspectiva de mi investigación. Tú, Dionisio: ¿en qué parte de este viaje colocarías este momento, figura (lado positivo, lado negativo y superación)... esta verdad?

Es así... como encontramos cada día pretextos y razones para seguir sumando vida a nuestros cariños y amistades. Sin temor de que, si tuviesen que ausentarse alguna vez... corramos el riesgo de que un rayo de muerte pueda partir nuestra alma en dos. Y necesitásemos casi una vida entera para volver a ser un solo corazón: una sola conciencia.



Y tú ... ¿te maravillas ante la magia del tiempo? 



Feliz domingo...
mágicas y amigas
tortugas.
¡Fuerte abrazo lleno
de dialéctica vital!




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