lunes, 22 de octubre de 2007

el tigre de la princesa

El tigre acechaba a sus presas en medio de una tierra desértica, en donde nada crecía ni fincaba raíces. Rodeado de sombras, reía y, como quien coquetea, siempre sonreía. Una luna llena, la princesa se encontró con sus sombras y, al verlo sonreir, descubrió en él un amigo. Juntos emprendieron arduas travesías. Entre ellos, la solidaridad y la amistad trazaron nuevos caminos. Dichas, preocupaciones y confidencias compartían. Hasta que la princesa trató de perderse entre las sombras y quiso tocar al tigre. El felino se transformó, como remolino de viento se confundió con el suspiro de la princesa y raptó su corazón al quedarse en él atrapado. Evaporado y hecho de sombras rasgaba sus paredes. Ella rompía en llanto, ataques de ira, furia, impotencia. Sentía que vivía con algo clavado en su pecho, una astilla que le robaba la paz y la cordura.

Pasaron años y ella no encontraba la forma de sacar al tigre de su corazón. Él, desesperado, gritaba y pedía clemencia ¡Princesa! ¡Déjame salir! por favor!! No sé cómo tigre, dime cómo puedo romper este hechizo, sacarte de mí y verte de nuevo entre tus sombras. Dime cómo alejarme para siempre de ti... es lo único que quiero tigre... que partas de mi corazón y me dejes seguir mi camino, hacia valles y selvas... desfallezco en medio de tu desierto y siento que muero de tristeza ¿Por qué tigre? ¿por qué hiciste esto? ¡devuélveme mi corazon! por favor!!

Los dos atrapados, sólo peleaban, olvidaban los días de viajes y risas, la solidaridad desaparecía, junto con las consideraciones. Así, el tigre, en venganza por ser atrapado dentro del corazón de la princesa, rasgaba todos los días sobre las mismas heridas que él había hecho, lleno de ira ya no le importaba lo que sentía la princesa. Ella, igual, se sofocaba para llenar de angustia al tigre, se enojaba para acelerar sus latidos y asustarlo, enfermaba para asfixiarlo y lloraba sólo para desesperarlo.

El genio del desierto contemplaba su hechizo y se deleitaba ante sí mismo, había pactado con el tigre ser el dueño de una princesa y con la princesa ser única presa elegida de un tigre... Pero no les explicó que, para ello, él tendría que vivir atrapado en su corazón y ella íba a ser la carcelaría de su propio deseo. Que vivirían esclavos de los dolores de su corazón y de la vanidad de su pasión. Ambos le pedían al genio que les devolviera el alma para libres seguir. Confundidos, sin magia alguna, íban de un espejismo a otro y no podían dejar de pelear. Hasta que un día, el genio les puso una prueba... si uno de los era capaz de amar, ambos quedarían liberados para siempre.

Así fue como la princesa encontró una tortuga que también buscaba magia. Y abruptamente corrió a sus brazos, libre soñó con este nuevo amor y se correspondieron de la misma manera. Recibieron la magia, dejaron atrás tigres y cadenas que moraban en sus corazones. El tigre pudo escapar e incluso con tristeza lamentar haber rasgado ese corazón, que fue su guarida. La princesa conservó un halo frío que guardaba su lugar al latir.

Esta tortuga rompió el regalo de magia invocando un espejismo de amor, solitaria, egoísta, prefirió hacer tratos con el genio, le entregó su alma a cambio de olvido enajenado. Se despidió de la princesa. Entre oscuras brujas moró. Y murió... en vida... pero lentamente sin respiro quedó. Como si el genio hubiera cambiado un hechizo por otro y conservado el regocijo de su labor. Ganar almas para sí. Seducir al narciso perverso que amenaza todo corazón.

El tigre invocó un amor verdadero, conoció a una leona con quien, sin rasgar, habitar sombras y corazones. Y al fin a la princesa perdonó.

La princesa... desconcertada... huyó. Sin tigre ni tortuga... pero llena de amor en su corazón. Encontró entre valles y selvas su verdadero camino... lejos de espejismos y tras haber vencido aquellos genios del desierto. Conservando magia de tortuga para sí. Sembrando flores para compartir.

Y así, aprendió que, a veces, basta sólo querer amar para liberarnos de caminos oscuros, así como a veces no basta sólo amar para descubrir caminos de luz. A veces es más fuerte el deseo de amar, a veces el amor es tan fuerte que consume el deseo de amar. Otras veces, en cambio, el amor no logra vencer las ganas de morir... en vida... pero sin latir.

Y tú ¿quieres amar?


Buen inicio de semana, gusten de invitar a la MAGIA DEL PAY y a la HAZAÑA DE LA ARAÑA. Conozcan la LUZ DEL SABER.

mlojiux@yahoo.com

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