viernes, 5 de octubre de 2007

mi amigo el lobo marino

El lobo marino, cual perro de mar, disfruta de nadar a tu lado. Sin temor se acerca a ti, te invita a sumergirte mirándote a los ojos para luego jugar con tus pies como si te fuera a morder. El lobo marino es travieso. Usurpa las lanchas durante su siesta y todo lo que pasa en el muelle es motivo de su algarabía.

El día en que conocí a mi amigo el lobo marino amanecía el año nuevo. Todos dormían el festejo de los días que se marchaban, esperanzados con que los meses por venir los hicieran más afortunados. Para mí era como si todos mis sueños se hubieran hecho realidad, aunque una parte de mí se extrañaba de sí y no hallaba cómo atraparlos para vivirlos y gozarlos. Se rebalsaban en mis manos como el mar en el que me sumergí con mi amigo marino.

El sol empezó a abrumar, el tiempo de delfines y nados daba paso a la arena, mordeduras de moscas y cierto frío desalentador. Perdí de vista el pelícano rojo que seduciría al destino de mi fortuna. Sentada en la arena, desorientada de tanto calor, le di la espalda a mi amigo el lobo marino. Renuncié con torpeza a su abrazo y con temor de desprecio ahuyenté su pasión.

Como dice Sabina... "no hay lágrimas que valgan para volver..." Así se marchó el mar de aquella isla de lobos, iguanas y cangrejos. Y ese año devoró uno a uno mis sueños perdidos. Mi amigo el lobo marino, feliz, renació en nuevas playas, su recuerdo se desdibuja y a veces parece que no lo conozco más. Sigue siendo mi amigo, sus travesías y aventuras lo mantienen ocupado y no hemos vuelto a coincidir en puerto alguno.

Desde entonces, descubrí que justo cuando todos tus sueños se hacen realidad nada te debe preocupar, si los tratas de aprisionar con razones y palabras, te pierdes de sentir la dicha y la satisfacción de esa plenitud soñada. Ahuyentas a ángeles y amigos con tus dudas, corres el riesgo de sacrificar a tu lobo marino y perder tu magia de tortuga. Y si te sientes rebasado de dicha, sólo sumérgete y nada entre peces, algas y rocas, sin raspar tus pies y abrazando a tu hermosa tortuga mágica. Porque en cualquier instante puedes perder tus certezas y ese momento jamás llegar a recuperar.

Es así que mi amigo el lobo marino me enseñó que los tesoros no se pueden descuidar, que a tu tortuga siempre has de abrazar y que a dragones no debes escuchar; para así, a tu familia hermanar.

Y tú ¿dejas que tus sueños sean realidad?

Gracias, amigo marino.
Grato fin de semana y hasta mañana.

La MAGIA DEL PAY y la HAZAÑA DE LA ARAÑA reciben sus pedidos con agradecimiento y la LUZ DEL SABER los acompaña.

mlojiux@yahoo.com


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