... dominical.
Buena tarde queridas y mágicas tortugas. Las aves se deleitan desde esta madrugada con su canto de aliento veloz en anunciación de los días bellos por abrir su corazón en flor a lo inesperadamente gozoso.
Empezará una nueva semana y veremos el acontecer ante nuestros ojos para tener algo que opinar, con suspicacia tal vez, con acierto y sin duda: desde nuestra subjetividad sublime.
Por de pronto, la agenda de la vida se apila de nuevos quehaceres, nada antiguos. Caminos nunca interrumpidos pero acompañados de la pausa milagrosa del ciclo en equilibrio de la naturaleza. La organicidad de nuestro ser es impecable. Aprender a sentir aquello que de nuestra sangre suavemente brota es el paso correcto para acertar el compás de nuestro tiempo vital. Sin menoscabo de todo lo que no corre por nuestras venas. Revivificarnos cada día al despertar, tras descubrir quiénes somos para nosotros mismos, es descubrir que somos mucho más que dos: y que el camino en compañía es lo que merece la travesía. Conocernos es también conocer el mundo que nos comulga. A la vez.
Se antojan sorpresas inesperadas, valga la redundancia. Las cuales suelen estar a nuestro alcance sólo si alzamos la vista a través de nuestra ventana doméstica. Es indescriptible nombrar el sino y la señal que marca el curso de nuestros destinos. Escuchar es la mejor certeza, y la más atesorada virtud, que un ser humano puede acariciar.
Mirar al futuro, en donde todo lo maravilloso y bello es posible, es aprender a bordar con sensatez (principio de realidad), con ahínco (voluntad y carácter), con convicción (definición y principios existenciales), con amor (entrega abierta a la confianza), con asertividad (rumbo intencionalmente fijo) y con esperanza (fe en algo más allá de nuestra limitada libertad). Así que la fuerza nos acompañe. La luz nos guíe. Y Dios nos guarde. Virgen Celestial mediante. Amén.
Y tú... ¿guardas sueños angélicos en tu almohada?
Alcemos el vuelo...
que el Cóndor pasó
y la tortuga mágica
sus alas abrió.
"pendant la éternité"
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