sábado, 27 de mayo de 2023

un cerebro...

 ... sobrado de misterios.



Con gran impacto esta semana tuve ocasión de ver un documental que, sin entrar en detalles, trata de un acervo de cerebros, miles, conservados en baldes de plástico. Lo cual despierta en mí un gran sentimiento de horror. Es triste el alcance de una ciencia deshumanizada y sin principio ético alguno. Sin consideraciones a los dilemas bioéticos sobre el desarrollo del saber y la tecnociencia vs. las ciencias de la vida. Sí es triste imaginar que ésta es la forma en que se pretende encontrar cura alguna. Cuando una vida humana es mucho más que un cerebro. Y cualquier dolencia cerebral, psíquica o psiquiátrica... siempre: está circunscripta a un contexto, a un cuerpo orgánico y a una relación social histórica. El  Iluminismo nace del Renacimiento no como un ensalzar la razón en sí... sino, más bien, como la posibilidad creativa de la vida... a través no sólo del pensar, con más ahínco: gracias a la educación y sensibilización de las mentes libres. 

Es imposible que dos cerebros sean iguales... qué tipo de estadística pretenden encontrar con base en tejidos muertos, a tajo y destajo cual matasanos, que justifique una atrocidad de tales dimensiones. Además de cientos de anaqueles resguardados con una finalidad nada plausible y mucho menos preservados por algún motivo virtuoso. 

Ser persona no es tener un cerebro. Ser personas es estar vivos y tener la posibilidad de ser libres, autónomos y creativos. Si bien la mente nos compone... el pensar jamás está más allá de nuestra corporeidad íntegra. Un corazón que late...el caudal de sangre que da forma a nuestro respirar. Si bien los delirios de tal cosa como inteligencia artificial son caóticos y sin propósito en cuanto condiciones de posibilidad orgánica... preservar cerebros es todavía más cruento y abismalmente ignorante. 

Mientras no podamos dar cauce a respuestas básicas sobre el sentido de ser seres con inteligencia, no podemos intentar simular un ente que no piensa: un objeto programado para realizar funciones mecánicas con base en sofisticados algoritmos. ¿Con qué propósito? Todavía ni siquiera cumplimos los mínimos estándares de una educación capaz de transformarnos en mejores personas, conscientes de sí, de nuestro entorno afectivo próximo y de nuestro lugar en la sociedad.

Por definición, si es inteligencia: no puede ser artificial. Deberíamos enfocarnos más en dejar de hacer de nuestra vida; nada artificial: dicho sea de paso; un artificio falaz que además consume el metaverso con la convicción de que físicamente sí es un universo paralelo a la vida misma. Lo cual no es más que la evidencia empírica de que la estupidez sí puede ser una forma de vida. Lamentablemente.

Pensamos cuando estamos despiertos, la realidad está compuesta de la materia que podemos experimentar con nuestros sentidos atentos y en horas de vigilia. Y una idea jamás es más evidente que la física de lo que sí existe al margen de nuestros sentidos. Todo lo demás es divertimento y tecnología en expansión que se compone -del ser- de nuestra expresión. Comunicación. Incluso la información... una vez que se elabora por un ser de conciencia: pierde aquella su otra dimensión que le permite codificarse en cuanto tal... Nosotros sólo podemos establecer diálogos con los procesos de información.

El artificio es de tal magnitud que, sin la mediación de la energía que se necesita para que la informática tenga una supuesta existencia: desaparece como posibilidad cualquier algoritmo. Sin luz eléctrica, sin bateria, etc., ¿qué demonios es toda esa tan adorada y enajenada virtualidad? Es un constructo tecnológico. Menos eficaz que una vajilla. Al menos la cerámica se sostiene en sí misma y no pierde su funcionalidad ante las contingencias ambientales.

Y mientras dormimos... nada existe en cuanto tal. Los sueños oníricos son sólo contenido de memoria codificado con los cuales dialogamos mentalmente en tanto seres de conciencia. Como bien lo supo Freud... al dormir el inconsciente se expresa como forma de liberar la carga energética de la resistencia. Resistencia... gracias a la cual podemos elaborar sentido, lenguaje y conciencia despierta mientras estamos atentos al mundo que nos integra.

Por otra parte... tenemos premuras más apremiantes: la pobreza, la violencia, la mezquindad y la indolencia con que habitamos el mundo. ¿Para qué demonios necesitamos recrear nuestra inteligencia? Cuando es un acto libre y único en cada ser humano. 

¿Cuál es el propósito de que seamos seres inteligentes? Es una pregunta que debería dirimirse con certeza antes de querer replicarnos. ¡Cómo si no fuésemos suficientes! -seres pensantes que no libres. 

Otra cosa es la máquina... el robot. Como instrumentos de nuestra cultura con base en el orden del conocimiento como lo concebimos hoy. La historia da cuenta de cómo hemos transitado tales paradigmas para siempre recrearnos ante la necesidad de estar vivos. Y vivir mejor entre iguales.

Es fundamental dejar de confundir autómata y automático con autonomía. Paradójicamente, nuestro modo de vida actual adolece de la falencia vital de que debemos automatizarnos en tanto seres vivos para ser más productivos y mejores personas. Cuando lo que debemos es fortalecer el carácter y asumir nuestra voluntad como un motor de acción con base en criterios éticos que posibiliten la expansión de la libertad. Y por otro lado, queremos hacer de lo automático algo cada día más diverso para satisfacer la supuesta diferencia que nos hermana. Distinción que da sentido a la economía de mercado. Cuando lo que se necesita para fortalecer el consumo sustentable son tecnologías más duraderas y no perecederas (precisamente porque no son materia orgánica); y así dejar de hacer chatarra infinita... pues el algoritmo "desaparece" de la "nube"... pero el aparato real sólo sirve para el petróleo del siguiente milenio. Parece que la lógica correcta es totalmente lo inverso. Ser humano es ser autónomo. Ser máquina es ser autómata y automático.

Un ser vivo no es una máquina, por definición. Y una máquina no está sujeto a procesos orgánicos, por antonomasia. Pongamos un alto a la barbarie que hemos normalizado. Recuperemos el sentido de la vida y reconciliémonos con nuestra condición humana.


Y tú... ¿distingues la vida del artificio? ... ¿Distingues la imagen de la realidad?... ¿Percibes la diferencia entre una idea y la facultad misma del pensamiento?... ¿Sabes que no es lo mismo pensar que hablar?... 

A veces, es importante observar la distinción entre realidad y ficción: para saber que estamos vivos y que nuestros actos de verdad cuentan en tanto se vuelven reales; lo cual siempre  involucra una responsabilidad ética con nosotros mismos, nuestros pares y el mundo (globo terráqueo y cultura universal) al cual pertenecemos.





Dulce tarde
de reflexiones bioéticas
llenas de magia de tortuga.
Hasta mañana
sagrados caparazones
consagrados a la Paz.

"pendant la éternité"


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