lunes, 21 de enero de 2008

murmullos lejanos

Esta noche, queridas mágicas tortugas, les voy a platicar de un día en que el Sol y la Luna se encontraron a mitad de su recorrido. Coincidieron en medio de un hermoso atardecer en el que todas las estrellas reflejaban la luz que de ellos emanaba. Mientras hablaban, la Luna se percató de que no alcanzaba a escuchar al Sol. Oía, le entendía pero confundía sus palabras con murmullos lejanos que decían al revés lo que el Sol expresaba. Y ella, entonces, no sabía cómo recibir las palabras que escuchaba. Confundía lo bueno con lo malo, lo dulce con lo seco... Y el Sol insistía en hablarle lleno de encanto y certeza.

Hasta que ella descubrió que no era él quien le hablaba cuando lo oía. Distinguió un murmullo que venía de tierras lejanas y no de la luz que llegaba desde su propio corazón. Y como si tuviera que acallar a un genio malo dentro de sí, ella debía confiar en que a cada anochecer le precedería el amanecer que el Sol, como regalo, renovaba sin esfuerzo. Y confiar que, al dormir, el Sol no dejaría de acompañarla y llenarla de luz. Sólo confiar... sin escuchar.

Así, entera brillar y brillar.

Y tú ¿en quién quieres confiar?

Hasta mañana!!!

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de la magia del pay,
al final de la página.

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