...del tiempo.
Cada etapa en nuestras vidas es un ciclo vital. Que sólo con el paso del tiempo logra ocupar un lugar preciso del ser en su perseverancia. De la vida misma. Es lo que, a veces, se llama proceso. Un buen hábito es hacer de tales estadios una ocasión para la reflexión y las ceremonias. Incluso si éstas son íntimas. El simbolismo es un aspecto fundamental de nuestras costumbres. Le da certeza al sentido que tenga para cada quien la existencia. Porque los días nunca se viven en vano.
Sin percatarnos somos destinados a conjugar todas nuestras vivencias y emociones: en momentos simbólicos que dan apertura o cierre a nuestras etapas y ciclos vitales. Algunos en común... otras veces en el fuero interno de nuestro habitarnos a nosotros mismos. Con reflexión y perseverancia descubrimos los regalos del tiempo y desciframos que los días por vivir toman rumbo. Lo cual nos es tan fundamental. Saber, siempre, que nos dirigimos hacia alguna parte y que podemos hacerlo con la certeza de estar salvos, sanos y felices.
Vivir el presente es la certeza del mañana... gracias a la reflexión del pasado. Somos seres de consciencia capaces de amar y dirigirnos con rumbo fijo hacia nuestro propio futuro. Con excelencia, sin perversiones, con generosidad, sin mezquindades, con altura de miras, sin mediocridad, con fe, sin desilusión, con esperanza, sin apatía, con propósito y sin arbitrariedades, con fortuna y sin azar. Somos seres humanos.
Y tú... ¿amas tus etapas vitales?
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