...del alma.
La fortaleza anímica es una de las bondades más gratas de las que gozamos. El ímpetu por salir adelante y por hacer lo que es correcto. El levantarnos de las adversidades y el mantenernos completos cuando llegan las alegrías. Parece tan sencillo cuando se dice pero son batallas que libramos en aras de nuestro propio bien y para tener qué dar y compartir con quienes nos acompañan. Y poder brindarnos a manos llenas.
Ser personas fuertes no es tarea fácil. La vida exige mucho de nosotros a cada uno de nuestros pasos. Nos vamos acostumbrando a estar enteros y vivir con entereza. Lo cual es ya un gran mérito en el logro existencial de cada ser humano. Cual árbol frondoso capaz de sostener cada una de sus ramas y enlazarse con fuerza con otros seres humanos para construir vida feliz.
Algunos lo llaman resiliencia. Es una palabra enigmática. Pero de alguna manera somos resilientes cada día al despertar. Sin importar qué estemos viviendo o enfrentando. Si bien la vida es generosa y se regala a manos llenas. Todo parece indicar que también son parte de la vida los días difíciles, dolores y tristezas... tanto como las adversidades. Esfuerzos constantes: de una u otra manera componen nuestra existencia. Esperas y haceres arduos. En un balance indescifrable que sólo con nuestra fortaleza podemos armonizar para encontrar dichas y mantenernos firmes. Sosteniéndonos a nosotros mismos en un vaivén cotidiano que nos regala la dicha de estar vivos.
Y tú... ¿descubres tus fortalezas?
No olviden
mirar la luna...
llena de magia
de tortuga.
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