...generosa.
Compartir la luz propia es un regalo que se entrega desde el alma y con el corazón en la mano. Muchas veces lo hacemos sin percatarnos siquiera. Basta la generosidad y la buena disposición anímica ante otro ser humano para brindarle buen ánimo y aliento vital. Nunca sabes cuándo una simple palabra propia iluminó la vida de otra persona. Hay una magia cuando los seres humanos se relacionan. Todos juntos, al unísono, son capaces de brillar si así se lo propusieran.
Estamos tan alejados de tales posibilidades... En una era en la que cada quien vive un poco aislado en un mundo particular impuesto por la tecnología. Lo decía hace poco: nuestros círculos cercanos están cada vez más blindados y, a veces, son cada día más pequeños. Salimos de nuestro caparazón con recelo. Y sólo abrazamos con confianza a quienes nos acompañan. No es para menos. El mundo hoy está colmado de riesgos y peligros.
Lo importante es no olvidarnos de nosotros mismos ni olvidar que hay muchas formas de compartir. El trabajo conjunto siempre es el reto mayor. Pero cada quien desde su fuero interno y su brillo particular tiene mucho que dar y hacer por el trabajo común. Incluso distanciados por la cultura actual. Existen muchos medios de información y formas maravillosas de comunicarnos que antes no existían. Las redes sociales van haciendo mareas y olas que como piezas de dominó nos unen bajo opiniones comunes y puntos de vista particulares que surgen de cómo cada quien analiza la información que busca y recibe. Estas nuevas formas de comunicación tienen la virtud de unirnos, por eso no debemos enemistarnos con base en tales discusiones sociales de las que participamos de modos nunca antes vistos. Parece que hay cierta apatía hacia los medios de comunicación establecidos. Todos estamos ávidos de más y mejor información. Nos conformamos socialmente en un ámbito de virtualidad y descubrimos la complejidad de los acontecimientos. Quienes gustamos del análisis. Procuremos recorrer estos caminos por los senderos de la paz. Ya existen suficientes desacuerdos en el mundo. El orden global vive tensiones. Y nosotros somos rehenes tanto de la información como del curso de los acontecimientos en control de unos pocos. Parecería ser que no hay mucha luminosidad en el mundo. Tal vez por eso valdría la pena comprometernos con nosotros mismos y ser velas de esperanza cada uno de nosotros.
Ahora bien, no todo depende de nosotros cuando se trata de brillar. La luna nos muestra su luminosidad sin brillar por sí misma y, a su vez, a nosotros sí nos ilumina con excelsa generosidad. Entre seres humanos también hay conjugaciones armónicas entre más de un individuo. La suma de nuestra iluminación da luz a bellas verdades compartidas y recibimos más de lo que conservamos para nosotros. En el compartir está el secreto. No apaguemos nuestra voz y encontremos caminos de respeto y serena paz para nutrirnos unos de las experiencias de otros. Es la forma en que construir mundo es mucho más que la suma de desastres que vemos acontecer. Seamos parte de las soluciones. Ayudemos a disolver la violencia de nuestro imaginario colectivo erradicándola en nuestras vidas. Demos siempre gracias por nuestros seres queridos y por quienes nos acompañan.
Y tú... ¿aprendes a recibir claridad de otros?
Lindo día
mágicas
tortugas.
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