viernes, 15 de febrero de 2008

estrellita y su lápiz mágico

A media noche desperté y pasó la más hermosa estrella fugaz que he visto. Entonces, recordé un día en que tenía una Estrellita y juntas vencimos la ardua tarea de recuperar las matemáticas, dialogar con la microeconomía, reír con la teoría de elección racional, indagar opinión pública, leer noches enteras y olvidarnos del sueño. Exámenes y tareas parecían que quebrarían nuestra voluntad. La estadística: un dolor de cabeza. La derivada de X, los árboles de decisiones y la teoría de juegos. El amigo, el amigo...constitucional y administrativo. El nuevo rol de la sociedad civil para la filosofía política, la evaluación de proyectos y el nivel de significancia. Política y políticas. Administración y gobierno. Economía del sector público y macroeconomía. Pero, sobre todo, amistad y solidaridad.

Aprendimos juntas.

Ahora ella es mamá y vive a miles de kilómetros de distancia. Aunque Suecia fue su cuna, ella prefiere la sangre latina por caliente... (o cálida... quizo decir) y en Colombia fincó su hogar.

Horas y horas ocupamos de la mano. Café y baile gozamos. A su lado fumé, con inmenso placer, mis últimos cigarros. Hablamos de antes y veíamos el futuro con cierto optimismo y algo de entusiasmo, a pesar de todo. Compartimos empleo, horas vigiladas por las cámaras de seguridad, encuestas y notas para publicar que causaron revuelo y confusión.

Aunque fueron muchos cariños quienes acompañaron esos días de compulsivo aprendizaje, a Estrellita y a mí nos unió compartir sueños de paz, conciencia ambiental, educación libre y un profundo compromiso social. De alguna manera, ambas estábamos en ese camino por las mismas motivaciones. Ella es una estudiosa incansable e investigadora envidiable. Su serenidad fue un ejemplo para mí. Su confianza en sí misma y la manera asertiva de hacer su vida no opacan su dulzura ni la suavidad con que muestra su cara al mundo. La salud nos pasó la factura por aquellos días de exceso intelectual, el trabajo bajo presión y la tensión de jugarnos todo en cada evaluación. La saturación y la sobreexigencia. Pero, a cambio, nos brindó la oportunidad de tan exquisita amistad.

Y así, como esta estrella fugaz, Estrellita pasó por mi vida sembrando aliento y comprensión. Todavía hay días que extraño su presencia, su voz, su español único y lleno de esfuerzo. No sé, quizá ella también vio pasar esta estrella que me hizo recordarla. En medio de una noche llena de interrogantes, de días de tesis de políticas públicas, de fríos amaneceres de mí. Para que no olvide terminar con el mismo entusiasmo lo que juntas empezamos. Y por unos saludos brindar.


Y tú ¿descubres estrellas al pasar?


gracias
Estrellita

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