sábado, 16 de febrero de 2008

a vuelo libre

"Tan simple que es querer a vuelo libre, pero las manos de los hombres lo vuelven todo tan complicado" - pensaba la guitarra encantada sentada en su sillón, mirando las manos pasar.

Las otras guitarras le reprochaban no entender estas manos. Le decían, debes fingir, engañarlas. Con el tiempo se convencen y te lo agradecen. Pero si les dices la verdad buscan otra guitarra, porque estas manos necesitan saberse más fuertes que tú. Pero la guitarra encantada no se conformaba. "¿Por qué voy a desear manos que no saben querer, si yo sólo quiero a vuelo libre sonar?"

Pero, insistían sus compañeras, estas manos no sólo necesitan con engaños querer, sobretodo, anhelan conservar la fantasía de que no pueden tocar la guitarra sin que ella las quiera aprisionar. Por eso, llegan contentas, la acarician, afinan una o dos cuerdas, se detienen, se marchan. Dejan pasar los días, visitan otras guitarras. Regresan con menos caricias y, al irse, se llevan una cuerda consigo. Y luego no entienden por qué la guitarra espera su vuelta. Sin enterarse siquiera de que, sin miedo, pudieron por un instante juntas volar.

En realidad, se pierden de todas las melodías. Cuando apenas la guitarra desempolva su espera y el brillo de su madera se deja entrever, cuando apenas el vuelo va a empezar después de con una caricia despertar, las manos enmudecen. ¿¡Será acaso que estas manos no saben volar!? ... o sólo que no es tiempo para ellas acariciar... y sueños despertar...

¿Por qué las manos anhelan acariciar guitarras que con ellas no logran volar? Se esfuerzan, les compran todas las cuerdas nuevas, las pulen a diario, las afinan en vano una y otra vez. Se aferran y atan.

¿Por qué hay guitarras que no se dejan tocar? Que ni con caricias ni con ternura quieren volar.

¿Por qué hay manos que niegan caricias a una guitarra que, con magia y sin esfuerzo, logra con ella al mismo ritmo cantar? Ante la honestidad prefieren callar y a otra guitarra recordar.

¿Por qué hay guitarras que sólo anhelan volar con manos que no las quieren tocar? Como si la música que imaginan fuera más importante que las manos y su calor al abrazar.

Nadie lo sabe, pero las guitarras insisten en convencer a la guitarra encantada de que, por eso, sólo con mentiras se puede una caricia lograr. Pero el alma de la guitarra encantada grita tan fuerte que ningún eco puede su voz acallar y se pregunta ¿por qué he de querer manos que sólo con mentiras me pueden tocar, si yo sólo quiero a vuelo libre amar? -reclama- ¡¡Qué no ven estas manos, que son tan fuertes, que sólo su trazo me hace cantar!! -suspira- ¿Por qué mentir si es tan bello gozar?

Quizá porque esta guitarra todavía no descubre el secreto de su encanto ni las manos que también quieran con ella gozar. Y para ella es aún tiempo de esperar, pues tampoco ha podido, sin miedo, por un instante volar.


Y tú ¿quieres fingir, volar o esperar?


hasta pronto tortugas!!!

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