viernes, 8 de febrero de 2008

la hormiga en la caja

Vivía una hormiga encerrada en una caja de zapatos, no conocía nada fuera de ella. Sólo alcanzaba a escuchar voces y ruidos. E imaginaba todo lo demás. Fue así que confundío el costo con el beneficio, la racionalidad con el absurdo, los medios con los fines, la belleza con la miseria, la salud con la enfermedad. Trabajó arduamente en escritos, ecuaciones matemáticas, gráficas y estadísticas de todos tipos. Esta hormiga, convencida de la bondad de sus recomendaciones, no entendía que vivía encerrada en una caja de zapatos. Aquellas voces que llegaban a sus oídos no eran verdades, eran las confesiones de un maniaco perverso en el diván de su psicoanalista. Pero la hormiga insistía y soñaba con un mundo hecho de optimización y ventajas, en el cual los buenos siempre ganarían (matemáticamente comprobado) y los que pierden, por débiles, merecen morir (biológicamente comprobado).

Murió un día la hormiga y a esta caja de zapatos llegó una colonia de cucarachas. Ansiosas de razones, al leer estos escritos de hormiga encerrada, recibieron las escrituras del nuevo Dios y se dedicaron a predicar las nuevas enseñanzas por doquier. Así... un día todos los insectos eran maniacos pervesos que sin conocer la felicidad se conformaban con la tenue satisfacción de una bondad hecha de ventajas. A falta de verdad, la democracia servía a todos para simular un universo de respeto y equidad. A falta de democracia, la opinión pública era útil para disimular la carencia de ideas. Y a falta de ideas, la sistematización de datos y metodolgías brindaba la ilusión de verdad.


Y tú ¿reconoces el ruido entre las voces?


Hasta mañana!

No hay comentarios: