sábado, 2 de febrero de 2008

tatini

Érase hace 30 años, una niña rosita que tomó una hojita y decidió viajar por el mundo. Recorrió lugares insólitos, hizo travesuras, sufrió decepciones, estudió y trabajó mucho. Pero triste miraba su hojita y se preguntaba ¿por qué no tiene pétalos mi bella hojita? ¿por qué?

Pasó tanto tiempo haciéndose esta pregunta, que su memoria fue borrando todos los recuerdos hermosos de sus viajes y aventuras extraordinarias, incluso fue olvidando su rostro y, lo más importante, su sonrisa de luz. Cuando esta niña grande volvió a casa, lo único que traía consigo era su hojita. Cada hora, cada minuto, cada segundo, vivía preocupada por ella. Esperaba cada mañana despertar y, al fin, ver los pétalos de su hojita. Pasaba insomnio por tal causa. Y, a pesar de cuánto madrugara, la hojita amanecía intacta.

Esta niña hermosa no entendía qué pasaba, la tristeza la sumergía en sí misma y llenaba las horas del día de todo tipo de actividades y preocupaciones para no pensar más en su hojita. Sin embargo, sólo un anhelo guardaba su corazón: ver nacer los pétalos!!!

Los imaginaba de todos colores, bellos, brillantes, únicos y originales. Llevaba tanto tiempo soñando con ellos que, en su mente, los idealizaba. La imaginación ganaba el espacio de la realidad en su corazón... Y, aunque los pétalos ya estaban ahí, era ella la que sólo podía ver la hojita opacada por vivir en su propia fantasía.

Los pétalos, ciertamente, eran hermosos. Adornaban la hojita como oleaje de mar que invitaba a visitar el infinito. Visibles ante la serenidad, invisibles ante la angustia de poderlos atrapar.

Quizá lo que mi niña rosita no alcanzaba a descubrir es que tenía todo y ahora sólo le restaba vivir. Bella y perfectamente feliz, cual toda ella es.

Y...

con magia de tortuga dejar sus sueños acontecer.


Y tú ¿quieres vivir?

Gracias mágica tatini
por hermanar
nuestras vidas
te quiero.

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