martes, 19 de febrero de 2008

navegantes de luz

Queridas tortugas:

Es curioso cómo al compartir con quienes más queremos descubrimos nuevas perspectivas para entender aquello que experimentamos. Hay cierto mágico encanto en dialogar con ángeles y amigos para recordar el sentido y el valor de aquello por lo que atravezamos. Saber de sus pesares y preocupaciones para juntos aminorarlos. Escuchar la voz de aliento que no siempre encuentras en ti. Brindar fuerza y apoyo al descubrir que, cuando se suman voluntades, se restan dificultades.

Dioniso me recuerda el hallazgo de forjar un camino propio. Apolo evoca el devenir caótico de las emociones como el trance necesario para a tierra firme llegar. Y una voz vecina, acompañada de gracia y gloria, me ampara al mirar con generosidad haceres y labores que me ocupan y preocupan. Con magia de niña tortuga se sacuden mis orejas para no perderme en espejismos ni silencios. Y de pronto... descubro que nadie está solo en su viaje de luz. Aun cuando no todos acepten la invitación a acompañarnos en el camino. Incluso cuando pocos miembros de tu familia entiendan la magia de tus pasos y lejanos abandonen ser parte de ti.

Así, el calor empieza a acariciar paredes y rincones. El sol alumbra los oscuros resquicios que despierta este ciclo que termina al abrir sus brazos a los frutos por nacer. Marcando el ritmo de un tiempo sereno, con intervalos de descanso y sueño reparador, que consume, intensamente, la energía cada hora del día.

Qué difícil es, a veces, transitar del ayer al mañana, de la oscuridad a la luz, de la idea al papel, del querer al hacer, del principio al final y del final a los nuevos comienzos. Como difícil es nacer a la vida y parir el saber. Admiro a quienes lo logran hacer sin esfuerzo ni conmoción. A quienes, ya una vez cruzando la meta, nada los detiene ni distrae. Ni dudas ni ausencias los invaden y con envidiable determinación asiertan y concluyen. Yo, en cambio, es justo en ese instante definitivo cuando más ayuda necesito. En el margen, cada abrazo y voz de cálido aliento, hacen la diferencia entre llegar o sólo caminar. Entre navegar y contemplar.


Y tú ¿quieres ser luz al andar?

Hasta mañana.


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